Papa me contó que el Fresador Vila había salido de Málaga en 1937. Su padre era un fotógrafo comunista que, asustado por las barbaridades que pudieran cometer las tropas africanas al entrar en la ciudad, había montado en un carro, del que él mismo iba a tirar, un par de colchones enrollados, varios atillos de ropa, una caja de hierro con su material fotográfico, y a su hijo Jesús, que apenas tendría unos cinco o seis años y que salió de Málaga con los ojos abiertos de par en par, cubierto por una especie de abrigo de astracán y una misteriosa gorra de plato demasiado grande y que podría abarcar dos cabezas como la suya. Así lo fotografió su padre frente a las playas de El Palo el día que salían de la ciudad.
Despavorido pero serio, con un cierto aire soviético. Le Petit Bolchevique.
Todavía conservamos esa foto que desde que la vi por primera vez ya era de color sepia y tenía los bordes comidos. A mí, ni entonces ni nunca después, me habló Jesús de aquel éxodo por la costa mediterránea, desde Málaga hasta Almería, su padre tirando del carro, volcado hacia delante, y su madre agarrada a una cuerda que colgaba de la parte trasera, como si de pronto se hubiera quedado ciega. (...)
Era a Papa a quien le contaba sus recuerdos difusos de entre los que sobresalían algunas imágenes nítidas, como su padre avanzaba entre una multitud cargada con las cosas más extrañas y que caminaba con las tropas republicanas, y como aquella gente se convertía en un hormiguero alocado, roto por el zapato de un niño, cuando a lo lejos se oía el zumbido de los aviones franquistas.
Despavorido pero serio, con un cierto aire soviético. Le Petit Bolchevique.
Todavía conservamos esa foto que desde que la vi por primera vez ya era de color sepia y tenía los bordes comidos. A mí, ni entonces ni nunca después, me habló Jesús de aquel éxodo por la costa mediterránea, desde Málaga hasta Almería, su padre tirando del carro, volcado hacia delante, y su madre agarrada a una cuerda que colgaba de la parte trasera, como si de pronto se hubiera quedado ciega. (...)
Era a Papa a quien le contaba sus recuerdos difusos de entre los que sobresalían algunas imágenes nítidas, como su padre avanzaba entre una multitud cargada con las cosas más extrañas y que caminaba con las tropas republicanas, y como aquella gente se convertía en un hormiguero alocado, roto por el zapato de un niño, cuando a lo lejos se oía el zumbido de los aviones franquistas.
Papa m'a raconté que le Fraiseur Vila était sorti de Malaga en 1937. Son père était un photographe communiste qui, effrayé par les atrocités que pourraient commettre les troupes africaines en entrant dans la ville, avait installé dans une charrette, qu'il allait lui-même tirer, deux matelas enroulés, plusieurs balluchons de vêtements, une boîte en fer contenant son matériel de photos, ainsi que son fils Jesús, qui avait cinq ou six ans à peine et qui sortit de la ville les yeux grand ouverts, habillé d'une espèce de manteau d'astrakan et d'un mystérieux béret trop grand qui aurait pu recouvrir deux têtes comme la sienne. C'est comme cela que l'a photographié son père, face aux plages de El Palo, le jour où ils sont sortis de la ville.
Épouvantés, mais sereins, avec un petit air soviétique. Le Petit Bolchévique.
Nous conservons encore cette photographie qui, la première fois où je l'ai vu, était déjà de couleur sépia et avait les côtés rognés. Ni à cette époque, ni jamais par la suite, Jésus n'a parlé avec moi de cet exode le long de la côte méditerranéenne, de Málaga à Almería, son père menant la charrette, penché vers l'avant, et sa mère accrochée à une corde attachée à l'arrière du véhicule, comme si elle était devenue soudainement aveugle. (...)
C'était à Papa qu'il racontait ses souvenirs flous d'entre lesquels émergeaient quelques images nettes : comment son père avançait au milieu d'une foule chargée des choses les plus étranges et marchait avec les troupes républicaines ou bien comment cette multitude se transformait en une fourmilière affolée, détruite par la chaussure d'un enfant, lorsque se faisait entendre, au loin, le vrombissement des avions franquistes.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire